Los lloros de Cristy a través de los walkie, nos avisaban de que era la hora de su biberón. Gonzalo, en un detalle caballeroso, se ofreció voluntario a desempeñar esa tarea de papá feliz, dejándome descansar. Se le veía risueño y tierno, y a decir verdad, le encantaba pasar tiempo y disfrutar de las niñas, así que sonreí, di media vuelta y contínue durmiendo. Desde la habitación podía oír la conversación o más bien el diálogo de besugos entre el papi Gonza y su niña Cristy, hecho que hizo asomar una tierna sonrisa a mi rostro.
- ¡Holaaaa, mi peteñaja! - saludó Gonzalo a Cristy, que estaba de pie en la cuna haciendo pucheritos-. ¿quién se ha despertado?
- Crity - contestó llorosa la pequeña, mientras se atusaba su pelo revuelto -. ¡Papiiiiiiiii, bibiiii! Teno ame... -. dijo frotándose la barriguita.
- Pues si tienes hambre, habrá que darte de comer, ¿no? - afirmó Gonzalo mientras cogía en brazos a la niña -. Vamos a la cocina a preparar el bibi de mi princesa -, anunció mientras le acariciaba su pelo negro liso que tanto le recordaba al mío, Kiara sin embargo, había heredado los rizos de Gonzalo. En cuanto al color, Kiara lo tenía castaño como yo, y Cristy, negro como su padre Gonzalo.
Echó un vistazo a su niña grande, como así la llamaba, que dormía a pierna suelta en su cama - cuna. Dentro de tres días sería su cumple y le iba a dar la mejor fiesta que podía imaginarse. Bajó las escaleras con la niña en brazos, mientras continuaba su divertida conversación, en dirección a la cocina.
- ¡Papiiiiii, muaaaaa! - dijo Cristy mientras lanzaba besitos en su manita mirando a Gonzalo, y éste la dejaba sentada en el banco de la cocina, apresurándose a preparar el biberón de la pequeña.
- ¡Muaaa, mi princesa! - contestó Gonzalo, dándole un besito tierno en la frente -. ¿A qué me vas a ayudar a preparar el bibi? ¿A qué si? Porque mi Cristy es muy lista, y sabe como se hace, ¿verdad? A ver, ¿qué ponemos primero?
- ¡Ava! - afirmó Cristy toda segura de si misma.
- ¡Muy bien, ponemos agua! - aplaudió Gonzalo animándo a la niña a continuar. ¿Y ahora?
- ¡eche! - añadió Cristy -. ¡ora eche porvos!
- ¡Eso es, ahora va la leche en polvo! ocho cacitos en total ¿contamos? - animó Gonzalo a nuestra hija.
- Uno, doz, tessss, cato, cico, seis, sete, y oto - contestó Cristy mientras se señalaba los deditos que marcaban el número indicado -. ¡Biiieeeeennn! -. gritó haciendo palmitas con sus manos. ¡bavooooo!
- ¡Olé, qué bien sabe contar mi princesita! - aplaudió Gonzalo haciendo que Cristy hiciese más palmitas, hecho que provocó una tierna sonrisa en la cara del feliz papá. A veces se sorprendía en lo despierta que era la niña, y lo rápido que estaba aprendiendo a hablar. El hecho de ir a la guardería tan pronto había provocado que su aprendizaje fuese a una velocidad mayor de la habitual para una niña de su edad. ¡Entre lo que aprendía por si sola, y lo que le enseñaba su hermana Kiara con el resto de niños de la guardería, Cristy chapurreaba en su lengua de trapillo cada vez más palabras, provocando sonrisas y ternura en los mayores que la escuchaban! Y después de la leche, ¿qué ponemos?
- ¡Ailla! - aseguró Cristy con cara de circunstancia.
- ¡Exacto, ahora ponemos la papilla, ocho cacitos más! - contestó Gonzalo -. Ya está. Ahora, cerramos el bibi y lo batimos bien, para que no haya grumos, y lo metemos en el micro para que esté...
- ¡paito! - dijo Cristy aplaudiendo.
- ¡Sí, señorita, para que esté templaito! - contestó un sonriente Gonzalo.
En ese mismo instante, llegó hasta la cocina el sonido de cierre de la puerta principal. Paula llegaba de su fiesta universitaria con cara de cansada pero feliz. ¡Se lo había pasado bién y había conocido a alguien! Sin duda, recordaría esta fiesta durante largo tiempo. Dejó las llaves en el mueble del hall, y se acercó hasta la cocina, para beber un poco de agua antes de retirarse a dormir. Al entrar observó la conversación que Gonzalo mantenía con Cristy, y no pudo por menos que sonreir.
- ¡Hola Sandokan! ¿Ejerciendo de viejo con la pitufa? - Saludó Paula como si tal cosa.
- ¡Paula, que la tenemos!, ¿eiiinss? - Contestó Gonzalo mirándola como si la riñiera.
- ¡Tataaaaa! - saludó Cristy mientras movía su manita -. ¡Muaaaaaaa!
- ¡Hola trastillo! - contestó Paula el saludo de la pequeña-. ¿Pero dónde has metido la cabeza para llevar esos pelos, en un enchufe? Gonzalo, como te vayas a la parra, la niña ésta va a parece un punky de los ochenta. ¡Sólo le falta que le planten el pelo a colores! jajajaja.
- ¡Papiiii, bibiiii paito, ¿ya? - exclamó Cristy con carita de hambre. ¿si?
- Sí, ya está templaito el bibi de mi princesa - contestó Gonzalo sacando el biberón del microondas y dándoselo a la niña, quién procedió a tomarselo ipso facto. Momento en que aprovechó su papi para cogerla en brazos y llevarla de nuevo a la habitación. Se despidió de Paula y subió las escaleras. Entró en la habitación de las niñas y se sentó en la mecedora para que Cristy se terminara su biberón. La niña por el cansancio quedó dormidita al término del mismo, y tras darle un besito en la frente, la acostó en su cuna, tapándola con la sábanita y el acolchao. Le puso su muñeco favorito entre sus manitas, y le dió las buenas noches. Acto seguido se dirigió a nuestra habitación y se acostó de nuevo, durmiendo hasta que sonó el despertador.
Dos días antes de la fiesta de cumple...
ayns q tierno nuestro Gon jjajajaja, y esa Paula q no cambia ehh...a quien habra conocido??
ResponderEliminarBueno, al final he sacado un ratillo de mi ajetreado día y aprovecho para comentarte, ya que esta noche no sé si estaré.
ResponderEliminarMe ha encantado, Gonzalo está súper tierno en su papel de padre :) y Cristy es una monada de niña.
Lo dicho, un capi estupendo.