miércoles, 3 de marzo de 2010

Capítulo 3. Si tu eres mi tigretón y yo soy tu tigresa. Vero, Lucía, Sonsoles y los 1-1-2. ¡Vaya tela con el mosquito!

De repente, me desperté. Nos habíamos quedado los dos dormidos en el sofá debido al cansancio y el stress laboral. Me moví despacio para no despertarle y observé como dormía. Acaricié su barbilla, mientras acercaba mis labios y le dejaba en los suyos un dulce beso ¡quién pudiera estar así el resto de nuestras vidas, con lo que habíamos pasado los dos! Ahora disfrutábamos de una felicidad que daba miedo que se rompiera en cualquier instante, por cualquier tonteria. Las niñas estaban acostadas ya desde hacía rato, y dormían placidamente; Paula todavía no había llegado, estaba de fiesta universitaria, e imaginé que tardaría bastante en regresar; quedaba una hora y media para el bibe siguiente de Cristy, y me apuré hacia la cocina, no sin antes susurrarle a Gonzalo en su oído un te quiero, tan sentido... ¡que me salió del alma! Me puse a quitar el fregado de la cena, el lavavajillas haría el resto, y volví al salón donde seguía durmiendo a pierna suelta mi Gonzalito.


- Gordiiii, cielo. ¡Vamos a la habitación que te va a entrar dolor de cuello como sigas durmiendo aquí! - dije intentando despertarle de su sueño-. Venga que te ayudo a subir, dormilón.

- ¡Ehhh! - exclamó mientras abría un poco los ojos -. ¡Hola, princesa mía! ¡Humm, me toca mi dosis de medicina! - susurró tiernamente, se acercó, rodeo con sus brazos mi cintura y nos besamos acaramelados durante unos minutos-. Te suelto si me prometes que vas a dormir abrazada a mi toda la noche.

- Te lo prometo - dije con cara entre pícara y divertida -. Tengo que pasar la escoba y el mocho por la cocina antes de ir a dormir -. Adelantate, que voy enseguida contigo. No tardo ni cinco minutos.


- ¿Vas a ponerte la bata? - preguntó con ganas de juego -. Ya sabes que me encanta cuando tu alter ego de Sonsoles sale de su escondite. Y verte con esa bata puesta, me trae muchos recuerdos...

- Ja, ja, ja - reí alegremente -. Luego subo con ella puesta, y si quieres jugamos a lo de "Si tu eres mi tigretón y yo soy tu tigresa" - le propongo.

- ¡Ya estás subiendo! - exclamó animado -. ¡Tigresa míaaa! Se me va a curar hasta el constipado, ¡si cuando yo digo que eres mi mejor medicina!

- ¡Venga, campeón! - le animé -. Espérame arriba que no tardo nada.

Me dirigí con paso firme y rápido hacia la cocina, con una sonrisa de oreja a oreja provocada por la conversación con Gonzalo. Abrí el armario donde guardo los productos y utensilios de limpieza, saqué el cubo, lo llené de agua y le puse dos tapones de limpiahogar con olor a Nenuco. Había niñas pequeñas en casa, y este olor me producía ternura, pues me las recordaba. En una percha colgada en el armario estaba Vero, mi bata azul, que tenía la carita somnolienta y en el apartado de la derecha estaba Lucía, mi mocho. Mis compañeras de fatigas durante mi etapa como Sonsoles Prieto dentro de Bulevar 21. Lucía, ya estaba haciendo de las suyas, intentando golpear con las tiras amarillas del recambio a la pobre escoba que permanecía a su lado. Vero en cambio, intentaba conciliar un poco de tranquilidad y conseguir dormise.

- ¡Quitaaaaaa, escoba de tres al cuarto! - gritaba Lucía, mientras golpeaba a la escoba -. ¡Que me tapas la poca vista que tengo desde aquí, con esos pelos de erizo que me llevas! ¡Anda que pareces un punky con ese peinado!

- ¿Cómo está mi bata favorita? - pregunté descolgándola de la percha y mirándola con cara divertida.

- Con sueño - me contesta toda seria -. ¡Para qué te voy a mentir! Desde luego, se te ocurren unas horas para limpiar la cocina, que es pa darte un premio.

- Pues, tengo entonces malas noticias para tí, Vero. Vas a tener que hacer horas extras - añadí riéndome -. Al señor Gonzalito se le acaba de antojar que le haga una actuación magistral como Sonsoles Prieto. Y yo a mi tigretón, no se las niego ni en sueños. Voy a necesitar tu ayuda para dicha actuación.

- ¡Ufffff! ¿Qué me estás contando, qué voy a ser testigo presencial de vuestro jueguecito loco ese de los tigres? - me pregunta con cara de guasa -. Pues nada, que se le va a hacer, si no me queda otra, ¡no?

- Más bien, pero calladita, eiinss? - le afirmé -. Testigo muda vas a ser por la cuenta que te trae.

- Eso, ¡y encima con amenazas, ya te vale, Sandrita! o ¿ya estoy hablando con la mismisima Sonsoles? - dijo sarcásticamente -. Lucía, deja de darle golpecitos a la escoba, que me tienes las solapas locas con tanto ruido.

- ¡Ja, qué te lo has creído estúpida escoba que vas a tener más sitio que yo en este lugar! - exclamó el mocho con toda su cara -. Pues no, señorita, que sepa usted que está hablando con la fregona más especial y con más personalidad del mundo mundial. Y necesito mi camerino propio, como las grandes estrellas de Hollywood. ¡toda llena de pelusillas que va, por el amor de Dios, qué ajjcooooooo!

- Mira, ¡si que me ha salido sibarita la fregona! - dije sorprendida - . ¡Te quieres callar ya, que no callas ni bajo el agua! Que un día te me ahogas de tanto hablar y se te acaba el oxígeno. Pues si, Vero, ya estás hablando con la mismísima Sonsoles. Bueno que, ¿nos ponemos las pilas ya? Cuanto antes limpiemos el suelo de la cocina, antes hago mi actuación, y antes os vais a descansar. Vero, hija, hay que ver que de arrugas que me llevas, ¡yo plancha que te plancha y tu, arrugas que te arrugas!. ¿Sabéis quiénes vienen este fin de semana para el cumpleaños de Kiara? Toda la tropa que formaban los 1-1-2. ¿os acordáis?

- ¡Hummm! - dijo Vero pensativa -. ¿no me digas que viene Chusa, Elena, Marga, Benito, y el resto de la tropilla? Je, je, ¡qué gusto verlos de nuevo! ¡aysss, qué recuerdos esas reuniones en el baño de Bulevar 21, con los 1-1-2 intentando ayudar a quién necesitara de una mano amiga! Soluciones yo creo que se aportaron bastantes, pero lo mejor de todo es que se compartían penas y alegrías entre los miembros asistentes al mismo. ¡Siempre haciendo frente común a Barbarella y sus peculiares frases!

- ¡Pues a mi Barbarella me caía muy bien! - afirmó la fregona mientras se atusaba sus tiras amarillas -. Tiene estilo, sabe vestir de maravilla, es sofisticada...

- ¿Adivina a quién se le parece? - preguntó Vero irónicamente -. ¡Almas gemelas, son almas gemelas! Sonsoles deberías presentarsela formalmente, yo creo que se llevarían de maravilla las dos.

Saqué la escoba y el recogedor del armario y me dispuse a barrer el suelo de la cocina lo más rápidamente posible. Después, saqué a Lucía del armario con objeto de fregar el suelo, por lo que le indiqué que se diera una suculenta ducha en el cubo preparado con anterioridad y se escurriera como ya sabía hacerlo. No había vez que viera este momento, que no se me saltaran las lágrimas de tanto reírme. ¡había que reconocer que Lucía era muy graciosa, muy pija también, pero tenía unos puntos divertidísimos! Cogió carrerilla, se metió en el cubo, y dando unas graciosas vueltas sobre si misma procedió a escurrirse, luego se dispuso a practicar su deporte favorito: el patinaje artístico. Al finalizar la limpieza de la cocina, procedí a introducir a Lucía en el armario, junto con el cubo ya vacío del agua utilizada. Y con Vero puesta sobre mi persona, procedí a subir las escaleras que accedían a la planta superior de la casa, en dirección a la habitación de las niñas. Me asomé, y vi que ambas dormían como angelitos. Sonreí, y Vero, sonrió también. Acto seguido, tras juntar la puerta de la habitación de las niñas, caminamos hacia mi dormitorio.

Toque a la puerta, y pregunté a Gonzalo si estaba visible, haciéndole saber que estaba lista para nuestra noche romántica. El juego de la tigresa y el tigretón lo comenzamos durante el tiempo en que tuve que hacerme pasar por Sonsoles Prieto, y a ambos nos traía recuerdos muy agradables. Vero, también estaba lista, aunque resignada a ser testigo de esta escena ¡no le quedaba otra! No se por qué pero intuía que iba a liar alguna de las suyas. Y yo no estaba dispuesta a que Gonzalo creyera que había pérdido de mi cabeza unos cuantos tornillos, pensando que hablaba sola cuando lo estaba haciendo con la bata. Total, si le cuento que la bata habla, tampoco me va a creer. Debía tener previsto alguna estratagema por si acaso a Vero se le ocurriese hacer alguna trastada ¡Y menos mal que la tenía preparada!

- ¡Hola, tigretónnnn! - saludé abriendo la puerta, mientras giraba mi cara hacia el marco de la misma, juntando mi barbilla con mi hombro y mostraba la más picara de mis sonrisas -. ¡Jiii! - dije escapándoseme una risa floja, gesto que siempre repetía como saludo en nuestros encuentros.

- ¡Hola, tigresa mía! - contestó Gonzalo mientras se acercaba hacía la puerta con los brazos tendidos, hasta llegar a mi altura. Me rodeó la cintura, y comenzó a besarme sin tregua; tirando de mi, me fue llevando hasta nuestra cama. Sus manos no dejaban de recorrer mi cuerpo, llenándome de caricias. Sus labios depositaban en los míos, los besos más tiernos y apasionados. Yo, me dejaba llevar disfrutando de cada segundo.

- ¡Aysss, qué me estrujas! - exclamó Vero con todo su arte -. ¡Sonsoles, luego di que me arrugo como una pasa y me tienes que planchar! Por el amor de Dios, ¡qué achuchones! Si es que no puedo ni respirar, ¡eh eh eh eh, qué corra el aire, qué me asfixio!

- ¡shhhhhhh, Vero, cállate por lo que más quieras! - susurré bajito para que la bata se callara.

- ¿Vero, quién es Vero? - preguntó Gonzalo mirándome con cara extrañada. Sonsoles, estás de un raro últimamente.

- Vero, vero, ¡qué tanda de verónicas hizo ayer José Tomás en Olivenza! - dije yo intentando salir del jardín donde me había metido, y dándole un golpe a la bata, como primer aviso -. ¡Impresionante! Suspiré, dejándole caer mis besos desde su hombro en dirección a su cuello. ¡hummm, mi amor, cómo me gusta el olor de tu piel!

Gonzalo me atrajo hacia él fuertemente haciendo que sintiera su cuerpo totalmente ceñido al mío. Mientras me susurraba un apasionado te quiero en mi oído, mosdisqueaba el lóbulo de mi oreja, provocando en mi una excitación mayor. Estiré mi brazo que rodeaba su cuello por encima de su hombro y lo subí perdiéndome entre sus rizos. Sujeté con fuerza su cabeza y volví a besarlo en los labios. Momento en que aprovechó para ir desabrochando los botones de la bata al tiempo que yo hacía lo propio con los de su camisa. Justo en ese instante, Vero decidió liarla parda.

- ¿Hace falta que me pellizques cada vez que desabrochas un botón, einss Gonzalito? - preguntó sarcásticamente la bata mientra gruñía por lo bajini -. A este paso, me descose los ojales.

- ¡Y daleeeeeeee, que no callará, einnss! - exclamé sin percatarme de la cara de sorpresa que me estaba poniendo mi Gonza -.

- ¿Cómo? ¿Quién no callará? ¿Estás bién? - preguntó Gonzalo con cara de preocupación, sin dejar de abrazarme, y recorrer mi cuello beso a beso.

- Si, Gonza, si - afirmé quedamente mientras golpeaba por segunda vez consecutiva a la bata para que cerrara las solapas de una vez por todas -. ¡El mosquito cojonero este que acaba de entrar, que no para de zumbar alrededor mío! ¡qué golpetazo que me he dao, leñes!

- ¿Mosquito, qué mosquito? - insistió Gonzalo mirándome entre extrañado y divertido -. Yo no veo ni oigo ningún mosquito. ¡Ayys, Sonsoles siempre tan divertida! - exclamó mientras con una suave caricia hacía caer desde los hombros al suelo la bata que llevaba puesta.

- ¡Esooooooooo, tírame al suelo como si fuera una colilla! - gritó a lo desesperado Vero -, desde luego, me está entrando un complejo de kleenex, de usar y tirar. ¿Para esto quería que me subieras como testigo, para acabar tirada en el suelo? ¡Andaaaaaaaa, Sonsoles ya podrías enseñarle modales de como se trata a una dama bata! ¡NIñoooo, cuelgame en una percha que para eso están!

- ¡Gonzalo, espera un momento! - dije desesperadamente -, ¡qué hartura de bata eiiinsss! Me tienes contenta, Vero. ¡Vaya tela! - añadí metiéndola en el armario de la habitación colgada de una percha. Me giré y volví donde me esperaba Gonzalo -. ¿Dónde nos habíamos quedado? ¡Ahh, sí ya me acuerdo! - dije sin parar de besarle, fundiéndome entre sus brazos y haciéndole caer sobre nuestra cama. Las horas pasaban, y el verbo amar se hizo presente en su más extenso y profundo significado.



4 comentarios:

  1. ¡ que tierno es el ricitos ! me gusta mucho yewis.

    ResponderEliminar
  2. vaya pareja, pero ha sido cortito..

    ResponderEliminar
  3. Muy tiernas las escenas de Sonso y Gonzaq... qué buena pareja hacen! Y bueno, qué decir de los puntazos de Sonsoles... jaja, me he partido la caja con lo del mosquito.
    Muchas gracias por el capi! :)

    ResponderEliminar
  4. jajajajaj esa bata q guasa q tiene....y q tierno nuestro rizos esta echo todo un mimosin jajaajja quiero mas...jajajaja besitos Erica.

    ResponderEliminar

¡Animaos a escribir comentarios! Me encantará saber vuestra opinión sobre lo que voy escribiendo.