Recuerdos: La bata Vero, la fregona o mocho Lucía y Sonsoles nos hablan de los 1-1-2,
cómo se organizan, quiénes lo forman, y su lugar de reunión.
Tres días antes de la fiesta...
Es la hora del almuerzo, y me dispongo a recoger a Blanca para ir a comer juntas. El objetivo, ponerme al día sobre las entrevistas para la selección de las dos auxiliares de protocolo, la de los vigilantes de seguridad, contarnos anécdotas varias y sobretodo, disfrutar de una buen arroz con costra, acompañado de un excelente Albariño. Además, le iba a encargar la organización y planificación de la fiesta de cumple de Kiara, seguro que a ella se le iban a ocurrir ideas muy divertidas para los peques y para los mayores.
- Blanca, ¿estás lista? - pregunté mientras abría la puerta de su despacho lentamente.
- Sí, ya terminé con las entrevistas. Te tengo que contar mientras almorzamos - me dice con cara sonriente, más bien a punto de soltar una carcajada.
- Me temo lo peor, no se por qué pero me temo lo peor, y además, me imagino por quién - afirmé con toda seguridad, poniendo cara de ¡ojalá me equivoque! -. ¿Qué tal la barbierubia? ¿supo contestar o directamente se fue por los cerros de Ubeda sin dejar de soltar algún que otro disparate?
- ¡Dios mío, parece que hayas estado presente en la entrevista o que ya la conocieras de antes! - me contesta en un tono de sorpresa -. Lo segundo, más bien, se fue por los Cerros de Ubeda, pero es la mar de divertida.
- ¡Me lo temía! ¿divertida? - pregunté con cara de extrañeza -. Pues me tienes que contar esa diversión en que consiste, porque a mi me exasperaba, tiempo atrás. En fin, tu sabrás lo que haces, es tu departamento, pero sabes que nos jugamos mucho con la presentación de esta colección. Viene prensa internacional a cubrir el acto, y una barbieloca haciendo locuras por el hotel, como que no nos conviene. Ya tenemos bastante con las dos cabras locas de recepción.
- No te preocupes que la meto en cintura - me asegura -. Voy a hacer de ella una profesional en esto del protocolo. No vas a tener queja ninguna, aunque antes si hace falta se lleva un escarmiento.
- Bueno, pues entremos a comer, ¡qué tengo un hambre de lobos! - le contesté asombrada por la afirmación que acababa de asegurar. Aquí viene Nati, tenemos mesa reservada, así sin problemas de espera, jajaja. ¡Nati, nuestra mesa por favor! - dije saludando a la Maître del hotel.
- ¡Enseguida, Sandra u ¿hoy te tengo que llamar Sonsoles? - exclamó divertida.
- ¡Humm, de momento Sandra está bien, cuando llegue la parte de contar anécdotas sacaré a mi alter ego tan estupenda! - Bromeé riéndome. Por cierto, tenéis que contarme la de la nevera industrial, que ayer Maje entre gruñidos y carcajadas, no pudo detallarme nada, por lo que me enteré por encima de la situación. Parece que Zipi - Zape la liaron bien ayer por la mañana.
Llegamos a la mesa indicada, nos sentamos Blanca y yo a esperar que nos sirvieran esa delicia de vino Albariño que había solicitado de antemano.
- ¡Qué hambre tengo! - afirmó Blanca -, me comería un buey entero, aunque ese arroz con costra no se lo salta un romano.
Denia, nuestra sumiller, se acerca botella de vino en mano e indicando al camarero que iba a atender nuestra mesa, que dispusiera todo lo necesario en la mesita auxiliar de al lado. Me mostró la botella, la abrió y la dejó reposar en el interior de una cubitera para que tomase la temperatura ideal. Momento en el cual aprovechó para saludarnos.
- ¡Hola Jefa! ¿Cómo lleváis la mañana, más tranquila de la de ayer? - pregunta jocosamente -. ¡Vaya tela la que liaron Pelé y Melé ayer en la cocina! -añadió soltando una sonora carcajada -. Esos dos cubiertos de la escarcha de la nevera industrial con cara pollo congelao, tiritando de frío eran un poema, ja, ja, ja.
- ¿Quién les habrá mandado meterse ahí? Si es que vamos - exclamé sin poder parar de reir-. Pues luego le costó quitarse el frio del cuerpo, no veas los tiritones que daba en casa. Cuatro mantas más el edredón le tuve que poner encima, vamos que ni los pollitos para salir del cascarón. Hoy lleva un catarro que ni te cuento. El pobre no para de estornudar. Pero contarme que pasó exactamente, mira ahí viene Nati.
- Bien, aquí traigo vuestro arroz con costra recién hecho - dijo presentándonos la paella donde estaba servido -. Cocinitas me acaba de comentar que en cuanto terminé una vichysoise que está elaborando, sale un momento a saludarte.
- ¡Qué pinta que tiene Coci, te has lucido hoy! - afirmó Blanca mientras Coci colocaba la paella en la mesa auxiliar, y Nati empezaba a servir en los platos el apetecible arroz que nos acababa de presentar-. Por Dios, estoy deseando escuchar lo de la nevera y esos dos tunantes.
Oigo unos pasos que se acercan firmes hacia nuestra mesa, y me giro para ver de quién se trata. Es Majemar, que se une al grupo con cara de "Houston... volvemos a tener problemas" . Cuando llega a nuestra altura, me dice:
- ¡Sandra! ¿Me permites que me siente un momento? - preguntó mientras intentaba respirar con calma, porque es que entre las dos de recepción que no paran de perderse por los pasillos y Zipi-Zape, que no cesan de liar una detrás de otra, es que me falta el aire.
- Si, claro. Coge una silla y sientate. ¡No me lo puedo creer! ¿ya han hecho otra? - pregunté asombrada -. Y, ¿cómo sabes que eran ellos dos?
- Porque Gonzalo va dejando rastro por donde va... - Aseguró claramente, en un tono sarcástico -. Oyes su típico estornudo y dices ahí están liandola de nuevo. ¡Si es que va dejando huella!. La verdad que hoy los dos no pueden armar mucho jaleo debido al catarro que han pillado por lo de ayer. ¡Qué paciencia tengo...! Lo de ayer tuvo castañas pilongas... ¡Vamos que, vaya par! ¡Si es que tengo el cielo ganao con estos cuatro...! Bueno, os dejamos degustar vuestro sabroso menú, y luego me vengo y seguimos con el cotilleo, que tengo a las dos de recepción revolucionadas, y a punto de llevarse una sarta de collejas calmantes.
- Ja, ja, ja - Reí sin poderme aguantar hasta que las lágrimas me salieron-. Coci, cielo, ¿qué tal si acompañamos este arroz con una ensaladita valenciana de las que tu tan sabiamente preparas? -. Añadí guiñándole un ojo.
- Enseguida jefa, cuenta con ella en un periquete - me contestó -. Voy a recogerme con mis sartenes a seguir alimentando a la tropa, ja, ja, ja . Nati, avisame cuando llegue Maje de vuelta que quiero estar presente para contar la parte en la que fui testigo del gran acontecimiento de la fresquera.
Suena el walkie talkie de Maje. Es Luisi, la camarera de piso responsable de la planta VIP, la cual solicitaba la presencia de Maje, su jefa directa de inmediato. Mientras Nati nos servía el vino en nuestras copas, con objeto de degustarlo y ver si había alcanzado la temperatura adecuada. Le pedí que trajera una botella de agua, pues todavía le quedaba un grado y medio para alcanzar su temperatura ideal. La verdad es que con tanta risa, Blanca y yo estábamos sedientas, y un poco de agua aliviaría la situación. Nati, Coci y Maje volvieron a sus respectivas ocupaciones mientras nosotras, comenzamos a saborear ese preciado arroz. Unos minutos después, Nati nos acercaba la ensalada valenciana que había pedido.
- Tenemos un ratito para que me pongas al día sobre las entrevistas de las auxiliares de protocolo - comenté a Blanca, haciéndole una señal para que comenzara a contarme lo sucedido. Empieza por la barbieloca, que prefiero pasar el trago más amargo primero -. Dije haciendo una mueca.
- Ja, ja, ja ¡cómo eres Sandra! - exclamó divertidísima -. Pues la verdad, es que ha sido un poco subrealista, durante toda la conversación. Parece que confunde algunos términos por un lado, pero yo creo que si le meto caña, acabará por aprender mucho de esta profesión. Desde luego, en cuanto a imagen, no hay que enseñarle nada, sabe perfectamente combinar ropa, bolso y zapatos. Ahora bien, en el tema de confección de lista de invitados, ordenación de los mismos en una mesa, y demás... Eso es otro cantar. Pero esa parte se aprende, y ésta lo va a aprender muy rápidamente.
- ¡Buena eres tú si no lo aprende! ja, ja, ja - dije con una mueca de alto mando del ejército o Señorita Rottermeyer-. Estoy segura que no le vendría nada mal ¿Y la segunda candidata, qué tal? - pregunté mientras Denia, la sumiller, nos servía el vino en la copa, una vez alcanzada la temperatura ideal
- Pues, Erica es muy distinta. Es despierta, sabe lo que hace, tiene algo de formación protocolaria, y cuenta con recursos para actuar en casos de imprevistos - Afirma Blanca -. Además, puede despertar a la Barbieloca como tú la llamas, ja, ja, ja.
Terminamos de comer el arroz y la ensalada, y de degustar el Albariño, cuando Coci se nos acercó con un plato de delicattessen de bombonería y tartas varias. Justo en ese momento, llegaron también Maje y Nati que se volvieron a aproximar a la mesa, se sentaron en sendas sillas junto a nosotras, y empezaron a recordar detalle a detalle, la historia de "Zipi - Zape y la nevera industrial":
- Todo empezó cuando recibí una llamada vía walkie talkie de mis camareras de piso, avisándome que las dos de recepción Lauriya y Chuse, estaban haciendo de las suyas - comenzó a relatar Majemar -. Al parecer, de nuevo se habían perdido y casualidad de las casualidades, fueron a parar al Despacho de Gonzalo que no se como lo hacen pero ese, siempre lo encuentran. ¡Para mí que tienen fijación, no se si por el despacho o por los rizos de Gonzalo! Evidentemente, salí como una flecha hacía allí, y de repente, vi corriendo como almas que lleva el diablo a ese par de tunantes, bajando los escalones de tres en tres, en dirección a la cocina. Los seguí.
- Y atravesaron a toda velocidad el comedor, llevándose por delante a dos camareros con sus respectivas bandejas - explicó Nati -. Y todo lo que llevaban en las bandejas cayó por obra y gracia de la fuerza de la gravedad; y un trozo de melocotón en almibar que había en uno de los platos, acabo haciendo de sombrerito de un cliente calvo, que el pobre no entendía porque le caía por la cabeza aquel líquido pegajoso.
- Ja, ja, ja, ja - estallé en sonoras carcajadas -. ¡Qué pena habermelo perdido! Sigue contando.
- Ja, ja, ja, ja - río Blanca -. Si es que son la leche estos dos. Pobre señor.
- Pues, después de esa entrada triunfal llegaron a la cocina, y no contentos con lo ocurrido, hicieron lo propio con sartenes, ollas y demás - añadió Cocinitas -. No veas para limpiar después, había gazpacho, y espaguettis por todo el techo, paredes, armarios.
- Lo imagino si - afirmé sin poder parar de reir.
- Al momento aparecieron Lauriya y Chuse, que al verse descubiertas por mi salieron disparadas también hacia la cocina, con la excusa de que iban a tomar un tentenpié - explicó Nati -. Tal como aparecieron, desaparecieron por la puerta de la cocina.
- Y llegaron esas dos trastillos a la cocina, y al ver como estaba todo lleno de tomate por todos los lados y pasta cayendo del techo, empezaron a troncharse de risa - añadió Cocinitas -. A esto que los dos tunantes de Álvaro y Gonza, al verse perseguidos por estas dos, decidieron meterse dentro de la nevera industrial. Yo les pregunté que si tenían curiosidad por algo en concreto, y me contestaron que iban a comprobar directamente el estado de los costillares de cerdo, que se iban a servir en la barbacoa del cumple de Kiarita. Y allá que se fueron, y claro, con el despiste y las prisas se quedaron encerrados sin poder salir.
- Y ahí fue, cuando recibí la llamada de Cocinitas por el walkie que estaba justamente en tu despacho - recordó Majemar -. Ahí me enteré yo de como habían acabado los dos dentro de la nevera, y después acudimos tu y yo al rescate, con varias mantas. Lo demás, ya lo viste por ti misma.
- Si, ja, ja, ja - contesté -. Fue memorable, ¡ten pareja para ésto, menos mal que es un padrazo, y que conmigo siempre es muy cariñoso, que sino... a veces lo ahogaba con mis propias manos.
- ¡Mira quién viene por ahí! - exclama Blanca con una sonrisa -, hablando del Papa de Roma, por la puerta asoma.
- ¡Aaaatchissss! ¡ Ojú, vaya tela que constipado he pillado. No me vuelvo a meter en esa nevera ni aunque me paguen - asegura Gonzalo, mientras se acerca a mi dándome un beso en los labios -. ¡humm, mi medicina favorita! En fin, ¿ya sabemos que invitaciones vamos a mandar para la fiesta de cumple de mi Kiarita?
- Pues todavía no hemos hablado de ello - le contesté, mirándole con ternura, cuando se ponía tierno es que me lo comía a besos, y que me llamara su medicina favorita, como que me gustó -. Pero ya que estás aquí, te quedas un ratito, y lo comentamos. Chicas, ¿nos permitís un momento? No os vayáis muy lejos que tengo que proponeros un plan de actuación para los días del desfile de baño, y tiene que estar todo bien atado. Les guiñé el ojo. Ellas comprendieron enseguida de que se trataba.
- Yo he pensado - dijo Blanca-, que te voy a enviar vía mail unos links con formatos de invitaciones de cumple y eliges la que más te guste. En cuanto a comida, va a ser una barbacoa. Las mesas yo creo que lo mejor es tipo buffet y que los invitados se muevan alrededor de ellas, excepto la de los peques, que pondremos varias sillas estáticas altas para que los papis estén tranquilos. Como juegos a compartir entre mayores y peques, podrían ser carreras de sacos, al escondite, y cosas por el estilo. La apertura de regalos, yo creo que lo más conveniente, es conforme vayan llegando invitados se van abriendo los regalos y se disponen todos en una mesa auxiliar de gran tamaño, para que todo el mundo que llegue los vea. La vajilla será de dibus animados, Disney por ejemplo, que siempre gusta. Para entretenimiento, podríamos llamar a un cuentacuentos, payasos, e incluso alquilar algunos ponnies para los peques ¿qué os parece?
- No está mal, me gustan tus ideas - afirma Gonzalo -. Quiero que mi Kiara tenga la mejor fiesta del mundo. El hecho de que no hubiera podido estar cuando Kiara nació, le daba una impronta triste. No se lo perdonaba a si mismo. Si bien, había recuperado el tiempo perdido, dándole todo el cariño que se merecía su niña.
Miré el reloj, y vi que se había hecho un poco tarde. Me despedí con un ¡hasta luego, mi vida! de Gonzalo, y con un ¡nos vemos! de Blanca. Me dirigí a toda prisa a mi despacho a seguir. Llamé a Maje, Nati, Cocinitas y Aurora, para que viniesen de inmediato a mi despacho. Les tenía que proponer el proyecto "Espiando a Zipi - Zape" que se iba a poner en marcha durante los días del desfile de moda de baño. Al cabo de unos 5 minutos, estábamos reunidas las cinco en mi despacho. Les expliqué que las reuniones serían todas o en mi despacho o en el de Majemar, según nos conveniese en el momento indicado. Por otro lado, el lenguaje a utilizar sería tipo telegrama, aprovechando que todas ibamos provistas de Walky talkies. El tema de contraseñas y códigos de lenguaje a utilizar lo explicaría en una reunión mañana a lo largo de la tarde, junto con el reparto de tareas en sí. Y con esto, nos despedimos hasta el día siguiente. Después, recogí a mis niñas de la guardería, y a Gonzalo de su despacho y nos fuimos los cuatro para casa. Preparé la cena y mi príncipe encantador y yo nos vimos una película fundidos en un tierno abrazo.